Turismo
Antojos al paso en México
Las calles de las ciudades mexicanas tienen ese “no sé qué” que las hace únicas. Los sabores se agolpan en escaparates tentadores, y el viajero cede a sus hechizos.
Las calles de las ciudades mexicanas tienen ese “no sé qué” que las hace únicas. Los sabores se agolpan en escaparates tentadores, y el viajero cede a sus hechizos.
Langhe, Roero y Monferrato ostentan orgullosos la distinción de Unesco. Los lazos de Itallia con Mendoza, imborrables.
Un recorrido por las casas de Pablo Neruda que atesoran los juguetes que mantuvieron vivo al niño que el gran escritor llevaba adentro.
En la mayor de las Baleares una urbe amurallada con un pueblecito empedrado. Afuera, las mieles de la modernidad con sello ecológico; en la costa, un mar soñado.
Un mix de playas edénicas alrededor del planeta. Un juego que puede decidir en qué mar sumergirse durante el próximo viaje.
A pocas cuadras de la Estación Central, el barrio de Pijp invita a empaparse de la urbe como un habitante más. El mercado, un trago en el bar que antes fue cine y una buena cerveza.
Una ciudad claroscuro que enamoró a Hemingway. Vahos de humedad y tabaco. La excentricidad de haberse quedado en los 50’ y tener un pie en el tercer milenio.