Ya desde la ventanilla del avión el paisaje conmueve. El agua es de un intenso azul petróleo, se ven algunas islas aterciopeladas salpicadas en el mar y las montañas que, a medida que la nave desciende, adquieren mayor dimensión y dejan al descubierto su textura de piedra y nieve. Parece el escenario de una película épica. Mi cámara saca fotos obsesivamente y yo agradezco que las épocas del rollo fotográfico hayan quedado atrás. De otra forma ya habría agotado hasta la reserva. El destino es Ushuaia, Tierra del Fuego.
En los días previos al viaje, descubro que todos tienen algo para decir de la provincia más austral de la Argentina. Los que han ido hablan de las maravillas del lugar, de su naturaleza, las ansias por volver y por supuesto, también del frío. Aquellos que no la han visitado, expresan su deseo de llegar a ese punto tan remoto que se conoce como fin del mundo. Ushuaia tiene buena prensa.
Aunque no siempre fue así. Hubo un tiempo -más de 120 años atrás- en que esta provincia lejana era sinónimo de destierro y castigo. Algo así como Siberia, pero en Argentina. Miro alrededor y cuesta creerlo. Ushuaia es una ciudad tranquila, con casas de chapa de colores, techos a dos aguas, una montaña que se aparece (casi) por todos los puntos cardinales y por supuesto, el Canal Beagle: el gran protagonista del paisaje.
El Presidio Militar
Sin embargo, en épocas de su célebre presidio, llegaron los reclusos más peligrosos del país: Cayetano Santos Godino -alias el Petiso Orejudo- y algunos presos políticos, entre ellos Ricardo Rojas y Elpidio González.
Fue en enero de 1896 cuando arribó a la provincia el primer grupo de 14 penados. Uno de los objetivos del proyecto era asegurarse la soberanía en esas tierras tan lejanas y contar con una población efectiva era una de las formas de lograrlo. Así, primero se instaló una Colonia Penal, más tarde una Cárcel de Reincidentes y finalmente, un Presidio Militar – donde hoy se ubica el museo- que funcionó desde 1902 hasta 1947 en Puerto Golondrina, al oeste de la ciudad.
En la actualidad, cada celda alberga una sala del museo. En algunas se cuentan las historias de los presos que habitaron allí, se exhiben las artesanías que elaboraban o se describe el trabajo que realizaban fuera de la cárcel, como la antigua Ruta 3 o la ampliación del muelle.
Las fugas son un tema aparte: “El presidio de Ushuaia nunca tuvo un muro que lo rodeara, sólo una alambrada” anuncia una de las infografías. Puede parecer ingenuo pero, en realidad, no lo era. Como contestó uno de sus directores: “No hay peligros de fuga ¿A dónde irían? Tendrían que volverse por cansancio y hambre”. Y eso era, justamente, lo que sucedía la mayoría de las veces. Otras los devolvían los gendarmes chilenos cuando intentaban cruzar la frontera. Salir de Tierra del Fuego no eran tan fácil como parecía.
Llegar y quedarse
Hoy, dejar la provincia más austral del país tampoco es sencillo, sin embargo las razones son diferentes. Muchos de los que llegan ya no se quieren ir, se quedan prendados de esa naturaleza que lo desborda todo. Algo así le sucedió a Yamila Tibabuzo una pelirroja de ojos claros y piel blanquísima que fácilmente podría pasar por extranjera aunque su acento porteño la delata. Yamila es guía de turismo y cuenta que hace más de 10 años que vive en el sur del país y uno en Ushuaia: “Tierra del Fuego es el lugar más lindo de la Argentina” dice con sincero convencimiento, mientras guía un trekking por la Reserva Natural Cerro Alarkén.
Darío Ibiris es tucumano y vive allí desde los 7 años, de eso hacen más de 25. Llegó con sus padres que, tentados por la ley de promoción industrial 19.640, decidieron mudarse al sur. “En el 84’ cuando llegué la ciudad era más chica, todas las calles eran para tirarse en trineo” recuerda con la ilusión de un niño.
Hoy trabaja en el sector turístico, su oficina es -dependiendo del día- el lago Escondido, los senderos de 4x4 o los bosques subantárticos. Cuando le pregunto por el frío responde con un: “Chuuuyyy”. A pesar de los años, su léxico tucumano sigue intacto.
Las historias de quienes vinieron y se quedaron, se repiten una y otra vez. Cambian las razones, las fechas, el lugar de procedencia, pero el final es siempre el mismo. Como reza el lema de la ciudad: “Ushuaia fin del mundo, principio de todo” se ajusta aquí, a la vida de más de uno.
Aire libre, aire puro
A pesar del frío, estar al aire libre y disfrutar del entorno es la gran propuesta de Tierra del Fuego. Hacer un trekking por la Reserva Natural Cerro Alarkén, es perfecto para apreciar de cerca las turberas -un particular tipo de humedal que tiene la capacidad de retener carbono y así contribuye a mitigar el cambio climático-. Y también los bosques de lengas -uno de los árboles autóctonos del lugar- cuyas ramas crujen tenebrosamente con el viento patagónico. A las lengas el otoño fueguino ya las dejó sin hojas, sin embargo, sus troncos se abrigan de líquenes, un grupo de organismos que sólo crecen donde el aire es puro. No hay dudas de que en Tierra del Fuego lo es. Basta con mirar los hilos verdes que cubren todos los troncos y se han ganado el apodo de barba de viejo.
Durante los meses invernales -cuando la provincia se tiñe de blanco- el ski y los deportes de nieve son los grandes protagonistas de la agenda turística. Aunque lo cierto es que Tierra del Fuego cuenta con propuestas todo el año. Si lo suyo no es ese tipo de actividad outdoor, una excursión en 4x4 es una excelente opción para ponerse en contacto con el entorno, sin resignar la adrenalina. A bordo de una Land Rover Defender puede transitar la antigua ruta 3, el lago Escondido y el Fagnano, aquel que con una longitud de más de 100 kilómetros comparten Chile y Argentina.
El alma austral
En Tierra del Fuego, más de un turista local habrá perdido la noción de estar en suelo argentino. Para empezar, aquí es el único lugar del país en que la Cordillera de Los Andes no corre de norte a sur, hecho que sirve para despistar a más de uno. El mendocino que reconozca el oeste por la montaña estará en esta tierra -literalmente- perdido. Aquí es el Monte Olivia el que marca el norte. Y si bien escuchar el idioma lo devuelve a uno al territorio nacional, el paisaje -tan particular y diferente- constantemente lo saca del mapa.
Amanece en Bahía Ensenada. El viento se siente en la cara y se ve en la forma en que ondula el agua. Son casi las 9.30 de la mañana. Con el otoño también llegan los días más cortos y los amaneceres tardíos. Aquí se encuentra la última oficina postal del país, un pequeño cubículo que, suspendido sobre un muelle, se corona por la bandera argentina. Ailin Miller -la guía del paseo- señala las montañas del otro lado del agua y dice: “Todo eso que ven allí, ya es Chile”. Tierra del Fuego es una isla que comparten ambos países.
Aquí el Fin del Mundo se hace tangible en muchos aspectos, como si se tratara de un apellido. Está el faro –aquel que Julio Verne apodó-, el tren –ese que utilizaban los presos y hoy los turistas- y la oficina postal. Todos responden a la misma familia: la del Fin del Mundo. En Bahía Lapataia, por ejemplo, concluye la Ruta Nacional Nº 3. Aquella que forma parte de la célebre Panamericana que empieza en Alaska y termina aquí. El auto se detiene, ya no hay camino a seguir, sólo un sendero de madera que conduce a Puerto Arias, un muelle desde donde zarpan los catamaranes que recorren el Canal de Beagle.
El hallazgo, que se acompaña de un cartel indicativo, es un silencioso protagonista de las fotos que toman los turistas como souvenir de su paso por este anecdótico lugar.
Destino de lujo
El Hotel Arakur, ofrece excelentes vistas del entorno. Equipado con tecnología de punta, se puede programar desde una pantalla táctil el horario en que quiere que la cortina de la habitación se levante ¿A las 8 le queda bien? La misma pantalla, le permite ver la temperatura interior y exterior, o programar el reloj despertador. El circuito de aguas es el plan ideal para terminar un día. Arakur cuenta con dos restaurantes: La Cravia - menú bufet y a la carta- y el Lobby Bar -donde probar tablas de quesos, embutidos y tapas-.
Mientras que en el Hotel Los Cauquenes, ubicado a orillas del Canal Beagle, se garantizan unos amaneceres únicos. Su restaurante, Reinamora, es perfecto para sumergirse en los sabores patagónicos. Pruebe la ensalada de centolla, seguro que no se arrepentirá. Además, brinda experiencias turísticas como trekkings, visitas al Parque Nacional Tierra del Fuego, excursiones de navegación, kayak por el canal, entre otras.
Información
Ropa: qué llevar
Para poder hacerle frente al frío es imprescindible tener la ropa adecuada. Las prendas térmicas son el gran aliado. En versiones de camisetas, calzas y medias. Otro punto fundamental es mantener los pies abrigados y también secos, para ello el calzado impermeable es clave. La campera debe cortar el viento y ser también impermeable. Gorro y guantes son otros accesorios indispensables para no pasar frío.
Los lugares interiores, como puede esperarse de cualquier sitio donde la temperatura media anual es 0 grados, están muy bien calefaccionados. Puertas adentro, más que frío pasará calor. De hecho, los fueguinos suelen ir con una campera de plumas y sólo una camisa o una remera manga larga debajo. Para los forasteros, sin embargo, lo mejor es vestirse en capas.
Cómo llegar
Aerolíneas Argentina ofrece vuelos diarios desde Mendoza con escala en Buenos Aires.
www.aerolíneas.com.ar
Qué hacer
Excursión Lagos 4x4
Antartur dispone de excursiones en 4x4, se visita el Lago Escondido, su mirador y el Lago Fagnano. En el transcurso se puede apreciar flora y fauna autóctona, como los bosques de lengas, coihues, zorros, cauquenes y castores que- aunque no son propios de la zona- ya forman parte del paisaje. El plan culmina con un asado en un cálido refugio fueguino con vistas privilegiadas al lago y la montaña.
Precio: $ 2.200 .
http://antartur.com.ar/
Trekking en el cerro Alarkén
La Reserva Natural Cerro Alarkén se compone de 100 hectáreas de bosque nativo, otra excelente oportunidad para apreciar la flora y la fauna local. La reserva es privada y pertenece al hotel Arakur. Quienes se hospeden aquí pueden disfrutar de los trekkings guiados sin costo. Hay dos salidas diarias: una en la mañana y otra en la tarde.A los que llegan de otros hoteles sólo se les cobrará un bono contribución.
Hay diferentes senderos que proponen recorridos, según el estado físico y el tiempo disponible. Las vistas desde la cima valen la pena cualquier esfuerzo.
www.arakur.com
Parque Nacional Tierra del Fuego
Entre las experiencias que ofrece el hotel Los Cauquenes, se encuentra una expedición a Bahía Lapataia en el Parque Nacional Tierra del Fuego. Se accede a también a Bahía Ensenada –donde se ubica la última oficina postal del país- y el Lago Roca. La expedición culmina con una navegación en la embarcación Akawaia que parte desde Bahía Lapataia y recorre el Canal de Beagle hasta la Bahía de Ushuaia. El paseo se acompaña de una sopa caliente y un picnic gourmet.
Precio: U$S 135.
www.loscauquenes.com
Dónde dormir
Hotel Arakur
Cerro Alarkén 1. (Acceso por Av. Héroes de Malvinas 2617 (9410) Ushuaia.
(+ 542901) 44 2901
www.arakur.com
reservas@arakur.com
Precios: Temporada Media. Desde $ 6.126 habitación estándar. Temporada Alta, desde $ 7.871 habitación estándar. Temporada Alta Especial, desde $ 8.959 habitación estándar.
Las tarifas incluyen desayuno bufet, traslado al aeropuerto, caminatas guiadas por la Reserva Natural Cerro Alarkén, shuttle al centro de Ushuaia y al Cerro Castor en temporada de ski, piscina climatizada, gimnasio, business center, acceso al microcine, sala de juegos y wifi.
Hotel Los Cauquenes
De la Ermita 3462, Barrio Bahía Cauquén (9410) Ushuaia.(+54 2901) 441 300.
www.loscauquenes.com
reservas@loscauquenes.com
Precios: Temporada baja (hasta julio): habitación doble desde: U$S 231. Temporada alta invierno (incluye julio, agosto y setiembre): habitación doble desde: U$S 311.
Las tarifas incluyen desayuno bufet americano, traslado de llegada (aeropuerto/hotel), spa, gimnasio, wifi, sala de juegos para niños (en época invernal) y servicio de shuttle al centro de Ushuaia.