Es un pueblo de montaña de 2.100 habitantes. Se ubica en el Parque Nacional Sierra de las Nieves, provincia de Málaga, región de Andalucía, España. Los lugareños lo pronuncian "Toló".
Se llega por tierra y no está lejos del mar (40 km a Marbella). La ruta está asfaltada y en buen estado hasta el balneario de aguas termales, pasando el pueblo. Sigue de asfalto y señalizada (con muchos pozos) subiendo el Cerro de Hijar, luego de tierra hasta la cima. Después, sólo senderos de montaña.
Está casi al final del camino, nadie pasa por allí. A Tolox se va expresamente.
Se divisa de lejos una mancha blanca enclavada en un rincón particularmente bello de la sierra.
Moros y cristianos
En la época de los Reyes Católicos, alrededor de 1485, Tolox fue sometido y tomó partido por los cristianos, aunque la población era casi en un cincuenta por ciento musulmana.
Los “moros” de Tolox pudieron seguir habitándolo con algunas exigencias como declararse vasallos del Rey y mostrarse sumisos con los cristianos.
Como se hizo costumbre después de la unificación, el edificio de la mezquita fue completamente reformado y transformado en templo Católico, la
Parroquia de San Miguel Arcángel, como se llama hasta hoy.
Tolox está en el Parque Nacional Sierra de las Nieves, en Andalucía. Tiene 2.100 habitantes, igual que en la Edad Media, cuando convivían moros y cristianos.
Los santos patronos
Desde hace mucho, San Roque es el Santo Patrón de Tolox y, la Virgen del Carmen, su Santa Patrona. Es común encontrar la imagen del santo en el frente de las casas.
En agosto celebran a San Roque con procesiones que empiezan el 14 y terminan el 17. En la del 16, su onomástico, se cumple el rito principal, “la cohetá a San Roque” en la que se hacen explotar más de 50.000 cohetes y fuegos artificiales.
Siguiendo con la crónica histórica, recordemos que los musulmanes se quedaron en el pueblo pero la situación se fue tensando cada vez más.
Un día de 1539 estalló la furia. Todo empezó por una disputa entre dos mujeres, una mora, cristiana la otra. El conflicto pasó a mayores y se generalizó.
Hubo una verdadera guerra que continuaba las sangrientas luchas que venían ocurriendo en toda España. Algunos cristianos galoparon hasta los pueblos vecinos y pidieron ayuda. Llegó el ejército y los moros fueron expulsados.
Huyeron sin destino por los caminos montañosos de Sierra de las Nieves.
Ninguna crónica se detiene a considerar el destino que pudo caberles. Imagino que la mayoría, si no todos ellos, murieron andando sin rumbo por las montañas.
Pero no se retiraron sin hacer daño. Los campos de Tolox estaban sembrados de trigo. Faltaba muy poco para la siega, las espigas estaban secas y fueron fácil presa de las llamas a las que los huyentes las sometieron.
Todo ardió, fue un Apocalipsis.
Ya no era posible habitar allí. El hambre amenazaba a los pobladores, que no tuvieron opción y, abandonándolo todo, se fueron.
La población se dispersó. La mitad mora vagando sin destino, la mitad cristiana en los pueblos vecinos.
Todo este drama desatado por alguna cuestión quizás banal. Tolox quedó deshabitado en su mágico rincón de la sierra.
Mucho tiempo pasó en el más completo abandono, hasta 1571. Ese año, el Rey Felipe II de España ordenó por Real Decreto la repoblación de Tolox, otorgando títulos de propiedad de casas y campos a los colonos que aceptaran establecerse.
Llegaron inmigrantes de Andalucía, sobre todo de Sevilla y Córdoba, pero principalmente de Galicia. Tolox sufría, una vez más, una enorme transformación y recibía, otra vez, sangre nueva de otras razas y culturas.
Los tiempos modernos
En el siglo XIX había cuatro familias Rey en Tolox, sin relación de parentesco entre ellas: la de Juan Rey, la Rey Pastor, la Rey Vera y los Rey Mesa, de donde viene mi estirpe.
De una de las cuatro familias mencionadas es hijo un toluqueño -también se suele decir “toloqueño” y, más vulgar y cariñosamente, “tolito”- ilustre, don Julio Rey Pastor, nacido en Tolox en 1888 y muerto en Buenos Aires en 1962. Fue un destacado profesor de matemáticas, doctorado en la Universidad de Zaragoza.
Su padre, militar y toluqueño, estaba destinado en su pueblo natal y fue desplazado a Logroño cuando su hijo tenía 12 años de edad; por eso, en la mayoría de las biografías publicadas, se dice que don Julio era natural de esta ciudad gallega.
Lo cierto es que era toluqueño.
Otro toluqueño famoso fue don José García Rey. Era farmacéutico en 1867 cuando se descubrió el manantial de aguas sulfurosas que atrae a la mayoría de los turistas que hoy visitan la zona.
El manantial existe desde tiempos inmemoriales y era, seguramente, conocido por los antiguos. La fecha oficial de su “descubrimiento”, en 1867, se refiere al momento en que comenzó a aprovechárselo como fuente medicamentosa.
El tratamiento consiste en la inhalación de los vapores que las cálidas aguas emanan, a los que atribuyen propiedades curativas para varios males respiratorios y renales.
Don José García Rey fue el primero, en 1869, en estudiar metódicamente las aguas, analizar sus componentes y su contenido en minerales y en clasificarlas según un criterio químico científico.
El lugar de reunión
La plaza más importante del pueblo se llama “Plaza Alta” y está emplazada en el corazón de Tolox. Se llega a ella ascendiendo por calles estrechas y de gran pendiente.
Se puede subir en auto, pero para eso hay que conocer muy bien las pocas calles que llegan y que son lo bastante anchas como para alojar un vehículo; aun manejando un auto pequeño encuentra uno calles por las que no puede circular por falta de espacio, y se requiere también un buen motor capaz de trepar esas empinadísimas cuestas.
La Plaza Alta es un lugar acogedor y de mucha vida. Los toluqueños se reúnen allí en las tibias noches de verano a comer y beber, conversando a grandes voces en los varios bares y restaurantes que la rodean.
El barrio más hermoso
Desde una esquina de la Plaza Alta, en dirección norte, nace la calle que lleva el nombre del farmacéutico, García Rey.
Esa calle transporta al barrio “Rinconadas del Castillo”, donde estaban originalmente el castillo árabe y su antecesor, la fortaleza púnica. A poco de andar, se encuentra uno con el sitio preciso, ocupado ahora por la Parroquia de San Miguel Arcángel, en un entorno de gran belleza.
Todas las casas de Tolox son blancas y se ornamentan con gran cantidad de plantas y flores. Las calles están empedradas, algunas tienen escalones en el medio para facilitar a los peatones la tremenda trepada y empedrado a los costados, para que los habitantes suban en auto, en primera y acelerando mucho.
Otras son tan estrechas que sólo se las puede recorrer a pie.
Todo está impecable.
El pueblo reluce.
Hacia el otro lado, al sur de la hermosa plaza y naciendo en la esquina con la calle Ancha, se extiende la calle Río Verde, objetivo principal de mi visita a Tolox pues en alguna de esas casitas blancas nació mi abuelo, don Rafael Rey.
Viajé expresamente para visitar esa casa pero me encontré con un pueblo tan especial, tan bello y misterioso, que no puedo dejar de sugerir una visita aunque no exista para ello un motivo personal o familiar.
Las imágenes que regala Tolox vivirán por siempre en el alma del visitante: el aire de sus noches impregnadas de misterio, lo hará suspirar muy hondo cada vez que las evoque.
Desde la era de los Fenicios
La historia de este pueblo comienza en la noche de los tiempos. Los historiadores la ubican en el año 883 dC cuando Omar Ben Hafsun, en rebeldía contra el Califato de Córdoba, construyó allí su castillo, uno de los principales de su dominio, y lo destinó a fortaleza y morada.
Pero Tolox existía desde muchísimo antes. El castillo fue construido sobre las ruinas de la antigua fortaleza fenicia. Es decir que Tolox estaba allí desde antes de la dominación romana. Sabe Dios cómo se llamaba por aquel entonces.
La primera Guerra Púnica fue en 264 antes de Cristo, hace 2.282 años. Tolox es más antiguo.
No hay manera de saber la fecha de su fundación.
En el transcurso de unos 200 años, desde 750 hasta 550 aC, los fenicios poblaron de colonias la costa sur de España porque la hegemonía en el Mediterráneo iba en sintonía con sus intereses comerciales y esos emplazamientos resultaban estratégicos. Navegantes osados y expertos, su flota fue la base de un gran poderío militar y económico. Colonizaron una larga franja entre lo que son hoy las ciudades de Málaga y Algeciras.
Las colonias se comunicaban por tierra pero fundamentalmente por mar. Los fenicios eran marinos y comerciantes; cabalgaban las olas con gran placer y se desplazaban mejor por el agua salada que por el duro suelo.
Entonces, podemos suponer el origen de Tolox en esa época, hace 2.600 años. Todos los registros hablan de 2.000 habitantes, entonces y ahora.
El pueblo cambió varias veces de dueño, pero siempre en su enclave original. Fue testigo de la ocupación romana, de la independencia española, del reino visigodo con su corte en Toledo y de la llegada del Islam de la mano de los árabes y bereberes
Más tarde se construyó la mezquita, el lugar de oración de los musulmanes, y mucho más tarde, en el siglo XV, Fernando de Aragón y su esposa Isabel de Castilla, Los Reyes Católicos, lograron la unificación de España.