Martes nueve de octubre. Nuevo día de competición. Los Juegos Olímpicos de la Juventud generan una atención y entusiasmo sorprendente. La esperanza por festejar preseas albicelestes está latente en las orillas del Dique 3 de Puerto Madero, donde el mendocino Tomás Herrera y Felipe Modarelli, oriundo de Campana, competirán en la final de remo dos sin timonel. Minutos después, los brazos extendidos de ambos significaban la primera medalla de bronce para la delegación nacional.
Dos semanas después, ya tranquilo en su provincia y aprovechando el merecido descanso, Tomás Herrera pasea por la Ciudad y se dirige a la Escuela de Periodismo Deportivo para dialogar con aquellos que también aspiran a alcanzar sus sueños.
A pesar de sus 18 años, Tomi afrontó un arduo proceso hacia la cita olímpica, digno de un remero de élite: “En 2015 comenzó la preparación para estos Juegos con una detección de talentos en todo el país. Primero fueron más de 5.000 chicos, luego fuimos 600, después 60. En noviembre fue la primera concentración, en Bariloche, para competir entre regiones. Los mejores seguíamos avanzando hacia torneos internacionales. En 2016, cuando tenía 17, tuve que competir entre los más grandes (18 años), en Copa América, Mundiales. Ya en los ODESUR de Santiago, con mi compañero Modarelli, accedimos a la plaza de los Juegos Olímpicos de Buenos Aires”.
Sus palabras fluyen, como si se tratara de una prueba más sobre un bote. “Empecé a practicar remo para estar con mis amigos. Nunca pensé en todo lo que vino y menos en los logros", confiesa Herrera, quien se inició en 2012, en el Club Mendoza de Regatas luego de dejar el tenis, deporte que practicó durante su infancia.
Lo que nació como una distracción, poco a poco se convirtió en el único objetivo: “Se dejaron muchas cosas de lado para llegar a los JJOO, como no poder ir a la escuela en los últimos dos años, cumpleaños, aniversarios. Particularmente no me gusta mucho Buenos Aires, sobre todo el lugar donde estábamos hospedados en Tigre. Pero si vos querés algo, lo tenés que tener claro en tu cabeza. En el camino la pasas mal, pero cuando tenés una meta, disfrutas del proceso”.
Cuatro regatas separaban a Herrera y Modarelli de la final. En la segunda tuvieron que enfrentarse contra los campeones y subcampeones del mundo. Rivales muy cercanos en el tiempo, ya que en el último torneo de República Checa los vieron triunfar. Esta vez, fue diferente. Sin embargo, en la tercera sucumbieron ante una dupla a la que siempre vencían. "Lo anecdótico fue que en la final les ganamos. Éramos buenos salidores, y eso nos dio confianza", destacó Tomás.
La realidad detrás de la medalla
Nuestro país es reconocido en el mundo por sus múltiples figuras y por la compañía del argentino. Sin embargo, en los deportes menos populares, esta tendencia no es tan común: “La prensa y la atención aparecen cuando las cosas salen bien. Es un deporte con muy poca importancia. Sigo siendo igual a pesar de los flashes y sé quiénes me acompañaron desde el primer momento y quien se merece un agradecimiento”.
Es cierto, eso cambió en estos Juegos Olímpicos de la Juventud. Pero aún persiste el desconocimiento en el público general y la obsoleta exigencia: “Unos días después de ganar la medalla, fui a ver otros deportes porque tenía tiempo libre. Cuando fui a ver la final de lucha, donde Linda Machuca obtuvo la plateada, una señora me reconoció. Luego de recordarle la medalla que había ganado (bronce), me dijo ‘uh bueno, casi’. Si reaccionaba mal, yo iba a quedar peor. La realidad es que la gente es muy exitista y no se da cuenta del trabajo anterior. Obvio que todos queremos ganar, pero si salís décimo igual está bien. Ya es un logro disputar un Juego Olímpico. Salir tercero, ni hablar”.
El esfuerzo es una característica prima en cualquier actividad de la vida. El deporte exprime esa cualidad hasta un punto poco satisfactorio. Ante esto, Tomi detalló qué siente durante una regata: “Pienso mucho en qué está pasando, en qué puesto voy. Aunque te encante el remo, la pasas mal igual. Intento pensar en música o en algo que me alivie. Igualmente, se pasa rápido. La regata dura entre seis y ocho minutos, depende del bote en el que vayas”.
La falta de inversión y estructuras merman en el nivel general del deporte nacional. Herrera puede dar prueba de la amplia distancia con las potencias con su experiencia en el último mundial: "Argentina sólo lleva cinco personas, mientras que en Estados Unidos son 63 entre entrenadores, masajistas, kinesiólogos, médicos, padres, etc. Por eso siempre ganan, porque tienen mucho apoyo, mucha competencia y mucho nivel”.
La magia del olimpismo
Los testimonios a favor de la experiencia en una Villa Olímpica abundan por doquier. Deportistas profesionales de cualquier disciplina han destacado la maravilla de fraternizar con compatriotas y foráneos. Tomi no hace una excepción y su sonrisa es ineludible: “Cuando ganamos la medalla y entramos al comedor, todos nos recibieron con aplausos. Otro día, cuando un chico de triatlón de Nueva Zelanda ganó una medalla, toda su delegación lo recibió con un haka. Fuera de broma, dio miedo y emoción”.
“Sin dudas este fue el torneo que más disfruté, no sólo por lo que logré. Fue en mi país y asistieron un millón doscientas mil personas, además de que los referentes de la selección de mayores de remo estuvieron en cada regata. Todo estuvo muy bien organizado. Si querías comer una pizza caliente a las 3 de la mañana, podías. Todo fue perfecto”, manifestó. Interactuar con chicos de otras partes del mundo, como Suecia y Rumania, sumó nuevos vínculos a su lista de WhatsApp e Instagram y amistades para toda la vida.
Por otro lado, le permitió agradecer lo que tiene: “Al hablar con chicos de Senegal, de Irán, de Sudán del Sur, países donde escasea el agua, la comida, no tienen una cama cómoda para dormir, quedaban impactados por estar en un lugar donde podías comer y tomar lo que querías. Me hice amigo de un chico de la costa de África, y allá no tiene zapatillas, ni ropa, apenas come, y cuando mordía la pizza se le caían las lágrimas. Eso te hace apreciar lo que tenés y abrir los ojos”.
En su casa de Godoy Cruz, hay una caja muy especial con numerosas preseas. Esta última obtenida en Buenos Aires ha generado un buen cambio, debido a que, junto a los premios de su hermano, inaugurará una nueva sección en la biblioteca del hogar: “Ahí estarán con Pandi y las mascotas que traje de Australia y los Odesur”.
La madurez y la experiencia son propias de Tomás, quien ya es parte de la historia grande del deporte mendocino. Consciente de su presente y su futuro, no pierde el tiempo y la imposibilidad de vivir únicamente del remo lo ha llevado a estudiar kinesiología. “Primero hay que detectar talentos. Juntar a todos los chicos tirando piedras y que hagan lanzamiento de bala; los que están corriendo en la calle pueden hacer atletismo; los que saltan la acequia pueden hacer salto en alto, y así sucesivamente. Hay que sacarlos de la calle y darles un deporte. Y si te gusta el fútbol, no lo obligues sólo porque te gusta a vos. Puede ser bueno para otro y ser feliz practicándolo”, concluyó.