De pronto uno siente una energía enorme y, poco después, un desgano abismal. Eso es lo que siente Manfredo, que en 2003 vivió su peor momento: su matrimonio estaba destrozado y él estaba lleno de deudas. Sus problemas de bipolaridad comenzaron cuando él tenía 22 años, pero la enfermedad le fue diagnosticada mucho después, tal como sucede en muchos casos.
La bipolaridad atraviesa etapas depresivas y maníacas. Cuando uno está en medio de la depresión, no tiene ganas de nada, ni ve ninguna perspectiva. En los momentos de manía, la percepción del mundo es totalmente opuesta. "Uno podría abrazar el mundo entero", explica Andreas Reif, director de la Clínica de Psiquiatría y Enfermedades Psicosomáticas de Frankfurt.
Reif explica que en los momentos maníacos el paciente está colmado de energía y hasta casi no precisa dormir. También puede tener ciertos rasgos agresivos y asumir cualquier tipo de riesgos sin pensarlo dos veces. Una característica muy común de esas etapas es el gasto desmedido.
Manfredo Kolbe lo sabe bien. Una vez, durante una de sus etapas maníacas, se fue a alojar en un hotel de cinco estrellas en la mejor ubicación de Múnich. "Pensaba que me lo merecía", dice en retrospectiva, aunque en realidad no tenía fondos suficientes como para darse un lujo semejante.
Las etapas maníacas duran entre dos y tres meses y las depresivas, en promedio, entre cinco y seis. "Entre una y otra, la persona está sana", dice Reif.
¿Cómo tratar esta enfermedad?
Se sabe que combinar medicamentos y terapia suele ser bastante efectivo, no sólo durante esas fases extremas, sino de una manera regular y continuada. Las dosis de la medicación suelen adaptarse a cada etapa: se aumenta o se reduce según el período que esté atravesando el paciente.
Lo que todos deben saber es que cuando a una persona se le ha detectado una bipolaridad será algo que lo acompañará durante toda su vida. En realidad lo que existe es un gran riesgo a caer en una manía o una depresión. Pero no hay que desesperar, los especialistas también sostienen que los pacientes, pese a tener algunas fases maníacas o depresivas, pueden dejar de sufrirlas por períodos prolongados.
Tomás Majic, de la Clínica de Psiquiatría y Psicoterapia Charité de Berlín, explica que una de las primeras alarmas es la alteración del sueño. "Con las depresiones, los pacientes suelen despertar muy temprano y luego les baja la energía en algún momento de la mañana", observa.
En los períodos de manía pueden llegar a dormir poco y nada y sin embargo estar rebosantes de energía y de ganas. En general, podría decirse que los cambios bruscos del estado de ánimo son un indicio que no hay que ignorar, sino recurrir a médicos especializados y plantear la situación que uno está atravesando.