Tras la pregunta, el hombre ensaya una respuesta, pero casi de inmediato percibe que los ojos se le inundan y la voz se le quiebra. Entonces, elige callar. La escena pertenece a un documental que hizo la televisión española hace un tiempo y describe la esencia de Tomás Felipe Carlovich; el "Trinche". "¿Qué daría por volver a tener 20 años?", le preguntó entonces el periodista. "No me diga eso porque me pongo mal, me vuelvo loco; me quisiera disfrazar de vuelta de jugador aunque sea para entrar a una cancha", alcanzó a confesar el rosarino antes de que la voz se le rompiera por completo. Ese era su deseo: jugar eternamente. Y ya no podrá ser, porque ayer no pudo escapar a la muerte, tras haber permanecido internado luego de fuerte golpe en la cabeza en medio de un asalto callejero para robarle su bicicleta. Un arrebato a la historia del fútbol nacional; una canallada que incluso golpeó fuerte en Mendoza.
Es que el Trinche tuvo una relación especial con la provincia. Llegó allá por 1975 para vestir los colores de Independiente Rivadavia y el amor fue recíproco. Entre sus compañeros de aquel plantel estaba Ernesto Garín, quien ayer no encontraba palabras para explicar la tristeza: "Siento una gran impotencia por el desprecio a la vida y duele el alma. Él, que tantas veces llenó de alegría a la gente, no merecía que su vida de esta manera. Era un tipo callado y muy simpático".
El "Gato" recuerda la llegada del rosarino a Mendoza: "El primer entrenamiento que lo vi fue en la Ciudad Deportiva. Apareció un tipo grandote, de pelo largo, con las medias bajas… Cuando le dieron la pelota, ¡qué talento! Cuando nos fuimos a bañar, él llegó un rato después. ¡Venía con la boca manchada de comer uvas!".
-¿Su talento era tan grande como cuentan?
-Recuerdo un partido en cancha de Independiente Rivadavia: Gimnasia ante Boca. En la mitad de la cancha jugan el “Trinche”, “Documento” Ibáñez y Víctor Legrotaglie. Creo que ese día ganó el Lobo 2-1. ¡Las cosas que le vi hacer a esos muchachos! Era fantástico, inolvidable.
Otro que conoció las cualidades técnicas del Trinche fue Ricardo Santos Logiácono, quien también llegó a Mendoza desde Rosario y eligió quedarse en estas tierras. El "Caio" lo enfrentó varias veces cuando Carlovich usaba la casaca de Maipú y luego compartió algunos partidos con él en un torneo amateur, en su Rosario natal. "Tenía un ángel especial; un talento sin igual. Lo vi jugar la noche en que la Selección de Rosario bailó a la Selección Argentina, en 1974. ¡Las hizo todas! Llegó un momento que nadie quería salir a marcarlo para no hacer el ridículo", contó Logiácono, quien manifestó sentir mucha tristeza por la forma en que encontró la muerte "uno de los más grandes jugadores que dio la Argentina".
La leyenda se agigantó durante tantos años ante la inexistencia de un registro fílmico que pudiera mostrar algo de todo lo que decían de él. Jorge Valdano, exjugador de la selección nacional, confió en más de una ocasión que "fue el símbolo de un fútbol romántico que ya no existe", mientras que César Luis Menotti, exentrenador de la Selección Nacional, decía: "le gustaba más jugar al fútbol que ser profesional".
Se lo recordará por sus locuras dentro y fuera de la cancha. Como aquella tarde en que un árbitro lo expulsó luego de "un entrevero" y, ante el reclamo de los hinchas, el juez lo fue a buscar. "Venga, no se vaya que no lo expulsé".
Si hasta Marcelo Bielsa contó que durante cuatro años fue todos los sábados a verlo jugar.
Una leyenda sin igual; un jugador que rompió los moldes y eligió vivir a su manera. "Yo lo sentía como un juego, más que como una profesión. Nací con esto, con la pelota", explicó en múltiples ocasiones.
Sea cual sea la historia, dejó demasiado en el corazón de quienes lo vieron jugar. Trascender quizás haya sido, acaso, su más grande éxito.