El Teatro del Bicentenario de San Juan se ha convertido en un polo cultural importantísimo en la región. Desde el año pasado sostiene una agenda ambiciosa, con espectáculos de altísima calidad que destacan también por la diversidad con la que están planeados (desde la danza contemporánea a la música electrónica).
Es en este marco que desde hoy se podrá ver allí "Aida", la ópera celebérrima de Giuseppe Verdi. Se cumple así lo que era, hasta ahora, un largo sueño: verla representada en Cuyo. En otro tiempo, el sueño era llevarla al Teatro Griego Frank Romero Day; ahora, habrá funciones en "el Bicentenario" hoy, el 23 y 25 de noviembre, con entradas de $150, $450, $600 y $750 (disponibles en tuentrada.com).
Será la ocasión ideal para acercarse a una de las obras más poderosas del repertorio operístico. "Aida", que en San Juan se verá con la escenografía que el fallecido Roberto Oswald hizo para el Teatro Colón, requiere gran despliegue artístico (unas 300 personas) y escénico. Esta producción, dirigida musicalmente por Emmanuel Siffert y con Aníbal Lápiz en el concepto integral de la escena, es la misma que se vio hace pocos meses en el coliseo porteño.
Cuando "Aida" se estrenó, en la Nochebuena de 1871 en El Cairo, se sabía de antemano que sería un éxito. Verdi, que en su juventud le había puesto música a notables dramas patrióticos, tenía casi 60 años y había unido su nombre definitivamente no solo a la historia de la música, sino a la historia de Italia, donde fue un verdadero símbolo del "Risorgimento" (fue diputado de su primer Parlamento, al lado del mismo Garibaldi).
El pedido de hacer una ópera para festejar la inauguración del Canal de Suez lo entusiasmó mucho. En ese tiempo componía de forma espaciada, pero en "Aida" puso mente y corazón, al punto de que el libreto, firmado por Antonio Ghislanzoni (en base a uno francés), le debe no solo la música, sino también algunas de sus situaciones más memorables.
¿La historia? Aida (aquí, la soprano Mónica Ferracani, quien ha cantado mucho en Mendoza), princesa Etíope, es capturada por los egipcios y ahora es la esclava personal de la hija del faraón, Amneris (María Luján Mirabelli, mezzo). El drama llega cuando ambas, a la par de lo político, se reconocen como rivales, puesto que están enamoradas del general egipcio Radamés (Enrique Folger, tenor). Él, por supuesto, le corresponde a Aida.
Son casi tres horas de música dramática y colosal. Verdi, si bien logra hallar por momentos ecos del Antiguo Egipcio, escribió una partitura de calor itálico. Por lo demás, "Aida" es un derroche de escenas grandiosas: grandes masas corales van y vienen, hay mística y furia, mucho voltaje patriótico, fervor, amor, maldiciones y traición.
