La historia tiene el valor que merece por la categoría de los argumentos con que se sostiene. Había que jugar una final de dientes apretados y corazón caliente y fue Huracán Las Heras el que entendió las urgencias. Deportivo Maipú fue hasta Las Heras con la intención de arrebatarle la punta de la zona (y la clasificación) al Globito y terminó con las manos vacías y casi sin chances. ¿Por qué? Porque nunca entendió por donde pasaron los momentos del partido, desoyó lo que pedía el juego y solo insistió, una y otra vez, con lanzamientos cruzados para intentar progresar con la velocidad de Santi González.
El Globo, con mucha seguridad para agrupar lineas y sostener el concepto de pelota hacia las bandas, lo superó a lo largo de los 90 minutos.
Es cierto que la etapa inicial tuvo más paridad, pero los de calle Vergara jamás encontraron los espacios para intentar siquiera un remate cómodo al arco custodiado por Gómez. Se puede contar uno de Parisi que finalizó en las manos del “1” local. Del otro lado tampoco hubo lucidez para quebar la resistencia defensiva, es cierto, pero se vio más prolijo en el traslado, con más precisión en las entregas y con una notable convicción sobre lo que se debía hacer. Un remate de Ulloa y otro de Cristeff terminaron figurando en la libreta de este cronista como las acciones más claras para los lasherinos.
Los cambios implementados por Sperdutti en el inicio del complemento dejaron en claro que el Gringo leía deficiencias en su equipo. Sin embargo, no hubo respuestas y Huracán LH comenzó a crecer en el terreno de juego. Se afirmó Alí por derecha y Dolci empezó a ser eje por donde pasaron todos los ataques locales. Y de una gran corrida del volante para romper líneas rivales, llegó un magistral pase de Salinas y la posterior definición de Navarro. Fue el principio del fin para el Cruzado. Se le nubló la vista, perdió la poca claridad que tenía y empezó a perder los duelos individuales hasta terminar siendo un equipo quebrado donde cinco atacaban y cinco defendían.
Ese panorama terminó de blindar la confianza del local, que siguió yendo, con mucho campo de frente y espacios para lastimar. Lo consiguió a muy poco del final y cerró una tarde a puras sonrisas, reconociendo el sabor de un triunfo que vale más que los tres puntos conseguidos.
Fiesta y locura
Los hinchas armaron un festejo inigualable en las tribunas, pero cuando el colectivo de Maipú se retiraba, rompieron varias ventanillas.
Nada se descubre al contar lo que genera la salida del Globo al campo de juego, pero los hinchas siempre se las ingenian para sorprender con la fiesta que arman en la popular. El conjunto lasherino marca el pulso del departamento con su rendimiento en el torneo y los hinchas deliran cada vez que hay fútbol en el General San Martín. Y ayer no fue la excepción. Los simpatizantes del Globito sorprendieron con pirotecnia, color y mucha pasión, hasta quedar afónicos de tantos gritar.
La nota triste de la jornada fue el estado en que quedó el colectivo del Cruzado cuando abandonó el estadio. Vidrios rotos por doquier, producto de piedrazos, dejaron una postal que lejos estuvo de la fiesta vivida en el campo de juego.
