En “Había una vez en Hollywood” (2019), Rick Dalton, el actor caído en desgracia interpretado por Leonardo DiCaprio, entabla una charla con la pequeña Trudi Fraser (Julia Butters) durante el rodaje de “Lancer”. Ella, con una sabiduría precoz digna de Jodie Foster, le dice: “Al actor le corresponde evitar impedimentos a su actuación y esforzarse por alcanzar el 100 por ciento de eficacia. Claro, nunca lo logramos, pero esa búsqueda es lo significativo”. La inspiración que obtiene el protagonista podría trasladarse al intérprete que le da vida, en un presente que lo tiene más diligente que nunca en sus proyectos.
A sus 45 años, Leonardo DiCaprio ha realizado un viaje no sólo de aceptación sino también de aprecio en la industria. Mientras Robert Downey Jr. o Will Smith se visten en spandex para después ser ignorados en otros filmes, Leo es su propia marca: es el único actor de su generación que nunca hizo una película basada en cómics y/o secuelas de franquicias para mantenerse en el panteón del cine.
No solo se ha dado el gusto de elegir los proyectos a su antojo sino de colaborar con la mayoría de los directores más celebrados de Hollywood: Martin Scorsese (en cinco ocasiones y una más en camino), Steven Spielberg, James Cameron, Quentin Tarantino, Christopher Nolan, Ridley Scott, Sam Mendes, Alejandro González Iñárritu, Ridley Scott, Clint Eastwood y Baz Luhrmann.
"Él está solo hoy, como Al Pacino o Robert De Niro en los '70, donde no intentaban hacer dos películas al año: podían hacer lo que quisieran. De modo que si hacían 'eso', era bastante bueno", resalta en The Hollywood Reporter Tarantino, quien dirigió a Leo en "Django sin cadenas" (2012) y "Había una vez…" (2019) y a quien casi convenció para "Bastardos sin gloria" (2009).
Tras su primera nominación al Oscar por su adorable Arnie en "¿A quién ama Gilbert Grape?" (1993) y el furor hormonal en "Romeo + Julieta" (1996), Cameron le ofreció el protagónico de Jack Dawson en la que fue la película más taquillera durante 12 años. Más allá de su amistad con Kate Winslet y repetir con ella "Solo un sueño" (2008), rara vez DiCaprio ha evocado a "Titanic". Y tampoco necesita hacerlo.
En 2002, por ejemplo, "Atrápame si puedes" y "Pandillas de Nueva York" fortalecieron su status y evidenciaron su rango sin escalas, de un joven que engaña y estafa a todo el mundo a otro que le hace frente a Daniel Day-Lewis. Aunque suene exagerado, la alianza con Leo impulsó a Scorsese a seguir rodando en el siglo XXI, luego de que "Kundun" (1997), "Vidas al límite" (1999) o "Pandillas…" afrontaran una tibia recepción.
“Se convirtió en la musa perfecta. Es un actor totalmente natural. Es la expresión de su rostro, de sus ojos. No tiene que decir nada. Simplemente podés conectarte con él. No todos son así”, reconoce Marty, quien lo convocó junto a De Niro -otro de sus actores habituales- para “Killers of the Flower Moon” (2023), que explorará los crímenes en los años 20 por el control de petróleo en Oklahoma.
En "El aviador" (2004) -su segunda nominación al Oscar- DiCaprio se metió en la mente de Howard Hughes e hizo carne todos sus vicios; en "Los infiltrados" (2006) fue un agente encubierto para derribar la mafia; en "La isla siniestra" (2010) interpretó a un "detective" en un psiquiátrico; y en "El lobo de Wall Street" (2013) hizo una de las actuaciones más intensas que se hayan visto.
Leo también se lució en "Diamante de sangre" (2006) -tercer intento al Oscar-, le quitó un poco de frialdad a Nolan ("El origen", 2010), nos obligó a ver esa de Eastwood que mejor olvidar ("J. Edgar", 2011) y se sometió al ataque de un oso en "El renacido" (2015), la que finalmente le dio el Oscar. Sí, la entrega de Leo logró que semejante bodrio juntara la friolera de 533 millones de dólares.
Su universo de posibilidades es tan amplio que cualquier estudio lo envidiaría, incluso en recaudación: sus películas suman 7.200 millones de dólares, incluyendo "Titanic" (US$ 2.187 millones) y "El origen" (US$ 828 millones).
A contramano de sus contemporáneos, Leo mantiene sus redes sociales sin hacer alarde de sus logros o de sus looks en alfombras rojas, a las que suele ir acompañado por su madre. También desconoce los challenges de moda. Su feed de Instagram se limita a cruzadas contra el cambio climático o el avance de las fábricas sobre los pequeños pueblos. Muchas veces, acciones impulsadas por su fundación.
La industria lo extraña. No se la pasa de gira en los late night shows ni se cruza al mundo de las series (la última vez fue en 1992). Se ha tomado largos descansos entre sus películas, pero lo cierto es que ha estado más activo en otro rol acorde a su política de vida: produjo seis documentales -varios para Netflix- con historias y personajes poco conocidos pero bastante interesantes.
Al estilo Brando, su vida personal es hermética, discreta y alejada de los escándalos, lo que le evita desgastar su imagen en la prensa. Apenas se sabe que está en pareja con la actriz argentina Camila Morrone, 23 años menor que él. Quizás Leo sea el actor más famoso en el mundo (muchos comparan su "Leo-manía" con la de The Beatles) pero nadie sabe de él. Si bien siempre mantiene buen humor y cordialidad, en las entrevistas suele contestar lo justo y necesario, aunque odia las que son en solitario y prefiere compartirlas con otros miembros del elenco.
A DiCaprio le ofrecieron el traje de Robin en “Batman y Robin” (1997), George Lucas quiso convencerlo para ser Anakin Skywalker en las precuelas de Star Wars y Sam Raimi lo consideró como Spider-Man antes que su amigo Tobey Maguire obtuviera el boleto consagratorio. Sin embargo, Leo siempre se negó y se salió con la suya. A su mayor éxito nada le debe: su carrera prosperó pese a “Titanic” y no gracias a “Titanic”.
Que no sorprenda entonces su constante motivación. Así lo resumió en una entrevista con Esquire: “Mi actitud es la misma que cuando empecé. Cuando me dan una oportunidad, no quiero faltar el respeto. Hago lo mejor posible porque entiendo que es fugaz. Los gustos cambian, la cultura cambia. Y me siento muy bendecido de haber obtenido esa oportunidad para poder hacer películas. Así que me siento muy conectado con ese chico de 15 años que obtuvo su primera película. Eso no ha cambiado”.