Ni qué hablar de cómo nos gusta rememorar el tiempo pasado, ¿será para eludir el duro presente? Como sea, los productos que nos reactualizan conflictos, historias y figuras de los '60 a los '90 se cuenta por docenas. Basta con citar a la desaforada y caprichosa película que Quentin Tarantino le dedica a esa época de Hollywood. Pero, amigos, no todo es igual, ni lo mismo; y por eso, hay una serie que merece el resalto: "The Deuce", que ya tiene en su haber dos temporadas y mañana estrena la tercera: a las 22, por HBO.
Mucha carne en ese festín
En las temporadas anteriores "The Deuce" probó el valor de su narrativa, su puesta, su historia y sus actuaciones. Y como "Vinyl", una maravilla audiovisual de Martin Scorsese, Terrence Winter y Mick Jagger, que no tuvo éxito de audiencia (pero sigue en el streaming de HBO para que la disfrutes a pleno), "The Deuce" hurga en aquella época lisérgica, drogona y de destape sexual del Estados Unidos de los '70, para hacer foco en la industria cultural. En "Vinyl", la de la música; en "The Deuce" la de la pornografía.
La producción se ha sostenido maravillosamente durante las dos temporadas gracias a sus protagonistas, James Franco y Maggie Gyllenhaal, con dirección de Michelle MacLaren y guionada por David Simon, George Pelecanos. Y la trama no puede ser más sustanciosa en situaciones oscuras, sórdidas, límite y dramáticas (hay escenas memorables). Es que la historia se centra en dos hermanos gemelos, Vincent y Frankie Martino (interpretados por Franco) que, transitando por las noches agitadas de Times Square, ven en el negocio del sexo un fenómeno que no conocerá límites.
La proposición de "The deuce" tiene la misma raíz que la de "Vinyl": ahondar, con una mirada bien matizada por los filtros de Instagram y espíritu crítico, en los albores de las industrias que hoy, a pesar de los brutales cambios de soporte, comandan el universo del consumo: la música y el sexo.
Sin embargo el núcleo de la acción dramática de las dos temporadas anteriores está centrado en en los engranajes que propiciaban delirios y excesos. Prostitución (extraordinaria está Maggie Gyllenhaal) y rufianes le dan fisonomía "casi natural" a las relaciones de clase en las que se basa el negocio; en este caso el del sexo y las drogas.
"The deuce" apela a un diseño de puesta delicioso (si sos fan de los patalones patas de elefante y las solapas exageradas, ésta es tu serie), una ambientación admirable y unos climas narrativos y fotográficos sin desperdicio.
En esta tercera temporada, los ocho nuevos episodios saltan a los '80 (siete años después del final del segundo envío) para trazar un mapa bien crítico. Es el año '85: época del VHS como soporte-rey de producción y distribución de la industria pornográfica, del paroxismo inmobiliario y del golpazo del Sida. La Calle 42 de Nueva York se convirtió en un antro de crímenes y tiendas de videos decadentes. "Siguiendo las vidas cruzadas de prostitutas, policías, mafiosos y actores porno y productores, los ocho episodios de la tercera temporada de 'The Deuce' llevan la serie hacia un final dramático", promete la sinopsis. Efectivamente: el sexo se pone muy glam en "The deuce", pero también sórdido y descarnado. Es una imperdible.